Toca al maestro definir la adopción de estos beneficios didácticos, de acuerdo a los entornos de trabajo virtual que presenten los software para satisfacer las necesidades de aprendizaje de sus alumnos, de su pertinencia, y sobre todo, de su adaptabilidad para ajustarlos al desarrollo de los contenidos programáticos, a fin de lograr el impacto educativo que se desea al término de un tema, una unidad, curso o nivel educativo.
De igual modo, el maestro deberá capaz de elegir los modelos que consideren representaciones de conocimiento más acordes a los procesos de desarrollo cognitivo de los alumnos, es decir, los que contemplen sus capacidades y necesidades de aprendizaje para incursionar en el software al ritmo de sus propias competencias, tales como: edad de los usuarios, comunicación clara, interactividad, flexibilidad o que permitan evaluar el conocimiento y habilidades adquiridas, entre otros, de tal modo que los alumnos no se sientan minimizados o que asuman una actitud de rechazo hacia el cómputo educativo. Otras consideraciones serían las de tipo técnico, como costos de adquisición y propiedad.